Hola de nuevo! Aquí les dejo el cuento homenaje a Julio Cortázar. Para conocer un poco más sobre él y el por qué de mi elección, clic en Pequeños Grandes Literatos I: Julio Cortázar. Mi objetivo con este cuento fue tratar de imitar su estilo tan particular, cosa que me parece inalcanzable; ya dirán ustedes si me acerqué o no.
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En algún momento le
hubiera gustado detenerse a pensar, organizarse un poco para poder dejar, por
lo menos, algo terminado y bien hecho. Pero ni siquiera era capaz de recordar
cómo, en un par de horas, había terminado embrollado de tal manera. Probablemente,
la culpa de todo la tenía su jefe, en aquel lejano momento en que lo detuvo mientras
huía de la oficina para asignarle el informe que le correspondía a Gutiérrez. Y
ni hablar de la llamada de su esposa, cuando estaba a punto de abrir la puerta
del departamento, con la mochila a cuestas, tratando de evitar que el gato no
se escapara, y la voz en el oído diciéndole que el tránsito en la General Paz
estaba congestionadísimo y que le enviaría una lista de las tareas domésticas
pendientes por mensaje de texto.
Pero primero lo
importante: calentar el agua para el mate. Dejó la maleta en una silla del
comedor y fue al dormitorio a cambiarse. Luego descolgó la ropa seca. Como no
tenía la menor idea de qué hacer con ella, la dejó sobre la cama. Una cosa
menos. La ropa para lavar ya estaba colocada en el lavarropas, sólo tenía que
colocar el jabón y encender la máquina. Dos cosas menos.
Se sentó a revisar un
poco los archivos para el informe. No entendía por qué su esposa se quejaba
tanto de las tareas domésticas; a él le parecían más bien fáciles. Aburridas,
pero fáciles. Lo poco que llegó a leer le pareció erróneo, pero el ruido de la
pava interrumpió el hilo de sus pensamientos y la idea se desvaneció en el aire.
Se levantó y se cebó un mate. Al darse vuelta para volver a la mesa, vio que el
gato estaba recostado sobre las hojas de datos y mordisqueaba alegremente las
esquinas. Maldito animal. A lo mejor estaba pidiendo comida. Dejó el mate y
buscó el recipiente donde guardaban el alimento. No tenía la menor idea de
dónde podía estar; abrió dos o tres puertas sin éxito, y terminó llenando el
plato con leche, en parte porque no tenía más ganas de seguir revisando, y en parte
porque quería que leer en paz lo antes posible.
Pero el gato no debía tener
hambre, o no le gustaba la leche; de cualquier forma permaneció donde estaba.
Lo sacó de la mesa, fastidiado, y se sentó de nuevo. El felino volvió a subirse
al mismo lugar. ¿Cómo hacía tan rápido? Lo sacó de nuevo una vez, y otra vez, y…
a la cuarta se hartó y terminó dándole una patada, para que aprendiera. Cuando volviera
su esposa, le diría que se deshiciera de él; al fin y al cabo, el gato era de
ella. Cuando volviera…
Apenas había vuelto a
sentarse, comenzó a sonar el celular en alguna parte de la casa. El sonido lo condujo
al montón de ropa limpia sobre la cama. Revolvió todo, desesperándose a medida
que aumentaban las probabilidades de que el contestador desviara la llamada… Lo
halló por fin, dispersas las prendas por todo el cuarto.
El jefe quería saber si
ya había comenzado con el informe; le respondió que acababa de llegar, que
tenía todo el fin de semana para ocuparse. Del otro lado un bufido, un escueto
“manténgame informado”, y luego silencio.
Y el gato estaba de
nuevo sobre la mesa. Lo sacó y lo encerró en el lavadero. Inmediatamente lo oyó
maullar. Ya estaba de mal humor, eso era malo para la concentración. No podía
trabajar así. Decidió que lo mejor era ocuparse de la casa e intentar olvidarse
de la insistencia del jefe y los errores hallados en los datos.
Nada mejor para eso que
encargarse de la cena. Algo fácil y rápido, como un revuelto, así de paso podía
lavar los platos que habían quedado en el lavabo quién sabe desde cuándo, ya
que no tenía la menor idea de lo que hacía su esposa cuando estaba en la casa. ¿Cuánto
más iba a tardar?
En el lavadero, el gato
había dejado de maullar. Un poco más tranquilo, sacó de la heladera todo lo
necesario. Lo que más tiempo le llevó fue encontrar la lata de arvejas, que al
final estaba escondida en el fondo del estante más alto de la despensa. Un
movimiento detrás de él lo hizo darse vuelta: el gato se había escapado. ¿Cómo
hizo? ¿Los gatos saben abrir puertas? Con la lata todavía en una mano volvió a
bajarlo de la mesa; se distrajo leyendo el archivo y confirmó su sospecha. Los
datos habían sido mal tomados o mal escritos; consideró necesario informarlo
inmediatamente al Departamento de Estadísticas para que se ocuparan de ello.
Dejó la lata, tomó su
notebook y la encendió. Algo en la cocina lo distrajo: el gato estaba subido a
la mesada, olisqueando con curiosidad, pero sin tocarlo, el paquete de jamón
cocido. Lo hizo bajar, limpió la mesada, se lavó las manos y decidió ponerse a
cocinar antes de que el animalito decidiera que el jamón era una comida más
apetitosa que la leche que había quedado de adorno en el plato.
Lavó, peló y cortó todo
lo que había que lavar, pelar y cortar, y lo puso en la sartén con los huevos y
los condimentos. Ya más tranquilo, decidió que lo mejor era ponerse a lavar los
platos mientras pensaba en el modo más diplomático de escribir el mail para el
jefe de Estadísticas. El principal problema era que el gato había vuelto a la
mesa para comerse los archivos; debía estar hambriento; si tan sólo supiera
dónde estaba el alimento para dárselo y que se quedara tranquilo un rato… pero
el revuelto se estaba pegando, había que dejar los platos y revolverlo un poco.
Sacó al gato de la mesa otra vez y retomó la notebook. No había pasado de la
dirección cuando recordó cerrar la canilla, otra vez revolver la comida, y
sacar al gato de la mesada.
Señor Jefe del
Departamento de… Sonó el celular; era el jefe de nuevo. Quería saber por qué
todavía no había recibido noticias del informe; mientras revolvía de nuevo el
contenido de la sartén y alejaba al gato con un pie para que no se subiera de nuevo,
le explicó el asunto de los errores. Que no, que no era grave, pero mejor si
escribía de inmediato para que el problema fuera resuelto, así podrían enviarle
los archivos corregidos por mail y el informe sería entregado a tiempo. El gato
se fue debajo de la mesa, por lo que pudo sentarse a continuar en la notebook
mientras el revuelto seguía haciéndose. Pero ella ya estaba tardando mucho. Quizás
era demasiada cantidad para ese tamaño de sartén. Que no, que el mail lo
escribiría él, que lo dejara terminar de lavar los platos y ocuparse de la
comida porque el gato estaba escondido quién sabe dónde y hacía rato que no
tenía noticias de su esposa.
Y con las quejas del
jefe en un oído, el gato que parecía estar en todas partes al mismo tiempo, el
revuelto que no se hacía y la mitad de los platos sin lavar, ya no sabía lo que
hacía, lo que decía, ni lo que pensaba; y así, creyendo revolver la comida,
hablar por teléfono, y escribir el mail, resultaba que revolvía el mail y
hablaba con el gato; o escribía un revuelto, vigilaba los platos y lavaba al
jefe; o hablaba con el revuelto y lavaba el mail; y en medio de toda la
confusión, apenas le alcanzaba para preguntarse cómo hacía su esposa para
ocuparse de todo a la vez; pensándolo
mejor, cuándo llegaría, o incluso, en un último instante de lucidez, si no
estaba tardando a propósito para desquitarse porque decía que él nunca se
ocupaba de la casa.
Imagen extraída de http://umeandthekids.com/new-years-resolution-ideas/
Hola Denise, he necesitado hacer muchas maniobras con la administración del tiempo, así que poco a poco, entre ratos libres, he venido leyendo los relatos de tantos compañeros en "Literautas" y visitando los Blogs. Tengo mucho por aprender. Me agrada haber tenido la oportunidad de visitar esta tu página y conocer un poco de tu obra.
ResponderEliminarSaludos.
Bueno, eso sí que es un trabajo arduo. Espero que lo disfrutes! Y te agradezo la visita y el comentario, espero leerte por acá de vez en cuando XD
EliminarMUY BUEN TEXTO. Las descripciones me encantaron y el final algo cómico me resultó ingenioso. Se puede ver a este hombre sufriendo por la vida cotidiana mediante lees el texto.
ResponderEliminar¡Otra vez lo hiciste Denise! Nos leemos ♥
Me alegro de que te haya gustado. Tenía la idea del final desde hace un tiempo y pensaba convertirlo en un micro, pero después se me ocurrió que daba para escribir algo à la Cortázar jajaja
EliminarGracias por leer!